viernes, 15 de mayo de 2015

El "no sé qué"

Una de las dudas más grandes que he tenido durante toda mi vida aparecieron durante mis primeros años de vida. Cada año que comenzaba parecía ser una lucha mucho más interna, y una cantidad de sucesos próximos a llegar a los cuales nunca les encontraría una respuesta. De este modo, cada año de vida no representaba soplar las velas del pastel y pedir un nuevo deseo, tener una muñeca nueva o un kit de maquillaje plástico para menores de 8 años. Parecía que cada vez, desde una muy temprana edad en mí ya se iba despertando una especie de cuestionario personal, uno que yo nunca podría responder. Hoy sigo sin las respuestas.

Siempre he tratado de darle una solución a mis preguntas. Digo SOLUCIÓN, en mayúscula, porque de alguna extraña manera mis preguntas son enigmas en sí mismas para mí, para lo que yo represento para mí misma (aunque suene extraño, finalmente tiene algo de sentido). Pasé muchos tratando de resolver esos enigmas con los demás, pero lo único que hallaba con ese ejercicio era tedio, y más tedio, porque no hallé jamás las respuestas en los demás. De allí, al rededor de los trece años pude concluir que las respuestas que no se encuentran en el interior de nosotros mismos, jamás estarán en los demás (esto suena muy Paulo Coelho), pero esa es la sencilla razón, el por qué de esa minúscula enseñanza auspiciada por nuestra maestra: LA VIDA.

Hay un "no sé qué", el cual, a mi parecer, nunca se va a resolver mientras que presenciemos esto que llamamos "vida", ya sea periodo de tiempo en el planeta, ya sea travesía o aventura como muchos suelen llamarla, yo en realidad a veces me confundo y tampoco sé cómo llamarla... El hecho es que no necesito -no en este momento- llevar mi mente a mis creencias religiosas, o como mejor lo llamamos, "nuestro estilo de vida": el cristianismo.

Digamos que durante esos primeros años de existencia me hacía un sinfín de preguntas. Si me pregunto, la verdad no sé a qué se debe eso, y ahí lleva otro gran enigma que me atormenta gran parte de las noches y algunas horas de descanso durante el día y es si alguna vez a otra persona le pasó lo mismo, y se sintió igual que yo. Recuerdo que mi respuesta a las preguntas: "¿cómo estás?, ¿qué has hecho?, ¿cómo van las cosas en el colegio?, ¿el quinto grado es difícil?..." siempre fue: "NORMAL". Y ahora que me siento a escribir este pequeño y absurdo texto, para quienes se hayan tomado la decencia de leer los primeros renglones, y después les pareció aburrido, les cuento a los que continúan que PARA MÍ TAMBIÉN ES ABSURDO. Sí, para usted que lee esto, tal vez la vida es un montón de hechos absurdos, y al parecer nosotros con nuestros "lindos momentos" le damos un poco de sentido.

Pero ,¿qué sucede con los "lindos momentos"? Me he dado cuenta que en la vida lo que más me produce dolor es dejar de vivir esos instantes fugaces llenos de color, de sabor, con sensaciones casi que palpables. Lo más triste de vivir esos lindos momentos es que se van a acabar; no los vas a volver a vivir, y eso no es lo peor. Lo peor es que tengas mala memoria. Lo peor es que no te acuerdes, lo peor es que los olvides, y al final terminarán siendo la misma basura que todo lo demás, y eso lo aprendí con mis primeros amores de la infancia. Nunca había vivido -durante mi niñez- algo tan profundo, ni sentido algo semejante a lo que sentía cuando sólo miraba a un chico. Lo miré de esa misma manera durante muchos años más, por lo menos cinco. Hoy no es más que un desconocido para mí. Y no se vale que digan que tenía poca edad. Cuando nosotros los niños crecemos, solemos estigmatizar todo lo que hicimos, y lo reprendemos en nuestra conciencia, cuando en realidad lo más significativo de la vida es aquello que vivimos durante la niñez. Por eso es tan importante la educación, la corrección en casa, y todas aquellas experiencias son lo que determinarán en un futuro lo que seremos para ese entonces. De ese mismo modo, esa pequeña e infantil experiencia me ha traído hasta ahora a recordar de la más normal manera, pero con un aprendizaje muy profundo, aquello que me hacía sentir "viva" en ese entonces. Estoy segura que ese fue el inicio de mi gran serie de sucesos absurdos.

Piropo

"Preciosa, eres divina,
y muy respetuosamente te digo que me encantas.
Tus padres han fabricado una obra de arte perfecta,
a no ser por un pequeño detalle:
se les olvidó ponerle cerebro.

Pero no importa, tal como eres, estás perfecta.
Sí, con ese cuerpo, con esos senos,
con esa cara divina y esa ropa insinuante,
me pareces una reina, claro está,
exteriormente, porque interiormente lo más seguro es que me produzcas asco,
como me lo producen todas las reinas;
aunque esto no tiene por qué ofenderte;
en lo que a ti concierne,
puedes darte por satisfecha,
ya que conmigo has alcanzado ese objetivo que buscabas,
al salir de tu casa con esa escasa ropa que llevas encima:
sí, me has llamado mucho la atención
pero, ¿sabes por qué? porque tal como estás
sólo inspiras sexo, sexo, sexo
y nada más que sexo.

Al verte, me poseyeron unas ganas enormes
de rasgar tus vestidos, tocarte, chuparte
y penetrarte por todos los huecos que tienes en el cuerpo:
eso es lo que eres,
el objeto masturbatorio perfecto.

Y agradece a mi aberración sexual,
que tengas alguna importancia para mí,
ya que en donde no tuviera esa enfermedad,
lo más seguro es que serías, poco menos,
que cualquier caballo descompuesto,
que se comen algunos gallinazos
al borde de una carretera".


- Generación de los vomitantes.